viernes, 21 de agosto de 2009


Con la puesta de sol se termina el día y todo lo que no hiciste ya no lo podrás hacer, y lo que hiciste ya no lo podrás cambiar.Cuando dedicas tu vida a la simulación, la realidad se distorsiona. Ya no sabes si sos lo que sos o sos lo que actuas. Ya no sabes si tu vida es tu vida, o una gran puesta en escena.Es curioso. Si le preguntas a una persona que haría si supiera que su vida se terminara en breve, la mayoría responden que correrían con el ser amado, pero en mis años de estudio y práctica, descubrí que ante la noción del final, en general lo que hacemos, es pedir perdón. Es como si necesitáramos descargar la mochila, soltar eso que nos pesa tanto para poder irnos en paz.Va más allá de la culpa. Son remordimientos que no se detienen hasta que no comprendes que tu vida es lo que vos hiciste con ella. Podemos vivir años callando los remordimientos por lo que hicimos mal, pero cuando sentimos que llega la hora, estos vienen a buscarnos como fantasmas del pasado.Más que el olvido, nos aterra que nos recuerden mal. Los remordimientos son los miedos de haber pasado por este mundo sin despertar un poco de amor en los demás. Los remordimientos tienen la nostalgia de una puesta de sol. Se termina el día y todo lo que no hiciste, ya no lo podrás hacer, y lo que hiciste, no lo podrás cambiar. Mas terrible que el remordiendo por lo que hicimos mal, es el remordimiento por lo que no hicimos, eso, es imperdonable. El remordimiento no es sabiduría que llega al final, es un intento de que no sea demasiado tarde.

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